
Las fiestas cristianas son parte ineludible de la educación religiosa de los niños. Celebradas apropiadamente, proveen alimento indispensable para el alma de los niños. En tiempos pasados, hubo una comprensión instintiva de estar en armonía con los ritmos de la Tierra. De esta comprensión surgieron las fiestas cristianas. En la actualidad no pasan de ser días feriados, intervalos en la monotonía y el esfuerzo excesivo del trabajo.
Podemos recuperar en forma consciente lo que nuestros antepasados poseían en forma instintiva, entendiendo la necesidad de estar en armonía con el ciclo del año.
La fiesta de Pascua es “movible”, se celebra el primer domingo después de la luna llena que sigue al equinoccio de otoño. El sol, la luz del día, representa la conciencia despierta. La luna, la luz de la noche, representa el mundo de los instintos. El equinoccio de otoño, cuando el día y la noche tienen la misma duración, corresponde al ritmo del Sol. La luna llena corresponde a la fase en el ritmo de la luna y el domingo corresponde al día de la semana que tuvo lugar la resurrección del Cristo. De esta semana, la resurrección está ligada a los símbolos del día y la noche, al sol y la luna.
La real temática pascual es entonces, muerte y resurrección. Para una comprensión más profunda, el alma infantil tiene que ir madurando de a poco. Constantemente, estamos rodeados de procesos de muerte y transformación, en cada muerte está contenido el germen de la una nueva vida. Esto nos lo enseña la naturaleza de múltiples maneras. Después de que en el otoño se han caído las hojas y las fuerzas vitales se repliegan, los frutos ya maduros pueden servir de alimento o caer, morir y descomponerse. Dentro de las mismas se encuentran las semillas, las cuales en condiciones adecuadas, irrumpe el nuevo germen. Ya en los antiguos misterios, este acontecimiento era tomado como imagen de la inmortalidad humana.
Aquel grandioso acontecimiento de transformación, llevado a cabo hace más de dos mil años atrás, no es fácilmente entendible para nosotros en la actualidad. Al intentar asimilarlo año tras año, obtendremos una relación más consciente hacia aquello que llevamos a cabo con los niños en época pascual y también con las demás celebraciones cristianas, sobre todo con los más pequeños, conduciéndolos a través de la vivencia y no de la explicación.
Preparaciones para la fiesta de Pascua
El huevo:
Es un elemento muy significativo, simboliza la nueva vida que emerge de la dura cáscara y esto es posible porque en todo huevo se oculta, en su yema, el dorado sol, símbolo también del comienzo de mundo, de una nueva creación que nace a la vida de todo ser humano. El pintar huevos tiene un efecto directo sobre el alma de los niños, les otorga orden y armonía, en ello revelamos algo de lo que vive en su interior.
La liebre de Pascua:
La liebre trae y esconde los huevos de Pascua. No debe confundirse con un conejo. Este es un buen amigo suyo, pero ella es casi invisible y tiene por supuesto, pelaje dorado. Para que la liebre pueda venir, los adultos deben estar convencidos de su valor mítico. La liebre es herbívoro, no causa daño a otros animales, tiene el valor simbólico del sacrificio. Es el símbolo arquetípico del Yo, que logra sobreponerse al egoísmo, generando para sí, la capacidad de devoción. La liebre no pone los huevos, pero es la encargada de traerlos.
Buscar y encontrar huevos, es también una experiencia pascual.
Un acto consciente de búsqueda, que nace de la libertad interior, es el fundamento de todo camino espiritual. A través de la búsqueda de los huevos, podemos transmitirles a los niños el impulso pascual :” Buscadlo y lo encontrareís”
“Un hombre completamente inocente se ofreció a si mismo por el bien de otros, incluidos sus enemigos y sumió la redención del mundo. Fue un acto perfecto”
Mahatma Gandhi.
Jardin Waldorf Monteluz
Pascua 2020

Las fiestas cristianas son parte ineludible de la educación religiosa en los niños, proveen alimento para el alma. Quien es capaz de convivir con el ciclo anual, siente toda su vida enriquecida por esta convivencia. La fiesta de Micael en primavera está a media distancia entre Navidad y pleno invierno. En la antigüedad era natural celebrar una fiesta a los dioses en esos días, cuando el día y la noche tenían la misma longitud, lo que daba la sensación de un sagrado equilibrio, esto simbolizado por la balanza, también como equilibrio de las fuerzas de arriba y abajo. En el hemisferio sur, la vivencia de la primavera destaca aún más la vida que resucita del oscuro y frio invierno. Desde ese momento, los días se alargan y aumenta la luz, por eso también era natural recurrir a la figura de Micael, uno de los cuatro arcángeles, porque él representa la lucha contra la oscuridad de poder elevarse hacia un ser que proporciona luz y calidez interior que no se ve afectada por factores externos.
La imagen tradicional de Micael luchando con el Dragón, representado tantas veces y en innumerables variaciones a través de los siglos, representa la lucha de los deseos nobles con los deseos envilecidos aferrados al mundo de los sentidos, como se nos cuenta en el Apocalipsis, de la lucha en el mundo celestial de Micael con el Dragón, en que lo vence y expulsa a la Tierra.
Qué significa el dragón? El dragón entra en nuestra vida de muchas formas. Una forma es el miedo. No solo está el gran miedo a la muerte, al sufrimiento, a las pérdidas, también están todos esos pequeños temores y ansiedades que nos perturban a diario.
Es bien conocido el cuento del héroe que sin miedo vence al dragón y salva a la princesa, narrado hace siglos atrás. También está la leyenda de San Jorge, personaje terrestre que corresponde al arcangel Micael.
En cuanto a los acontecimientos externos, accesibles a nuestra observación sensoria, vivimos hoy una época de severas pruebas, severidad que irá cada vez en aumento y en la que se hará valer la poderosa exigencia de encontrar el camino hacia algo nuevo. Esta es la razón por la cual el tiempo actual necesita una celebración de Micael más que ningún otro tiempo. A diario somos testigos de violencia, destrucción, odio, mentira y sentimos con toda claridad, que es menester una gran fuerza interior y un estar despierto y alerta para oponernos a todo eso. En ese esfuerzo interior, podemos contar con ayuda de seres espirituales, así Micael adquiere importancia esencial con su espada y su valentía. Los niños pequeños pueden vivenciar esta imagen anímica en los cuentos, al ver pruebas superadas con coraje, se identifican con ellas y eso fortalece su capacidad anímica de valentía y superación del miedo. Todo niño quisiera tener una espada y un escudo para vencer al dragón.
Esta Fiesta Micaélica deberíamos sentir como han de crecer en cada uno de nosotros las fuerzas que combaten el temor y han de desarrollarse hacia la iniciativa interior, hacia la voluntad libre, fuerte y valiente, como una exaltación de una voluntad poderosa.
Angelus Silesius dice: Cuando de tu interior echas la inquietud y el tumulto, Micael está echando el dragón del Cielo.
JARDIN WALDORF MONTELUZ
2019

El esplendor de la belleza del mundo
Me fuerza desde lo profundo del alma
A liberar en vuelo universal
Las fuerzas divinas de mi propia vida;
A abandonarme a mi mismo,
Y, confiado solo a buscarme
En la luz del mundo y en el calor del mundo.”
R. Steiner
Después del solsticio de invierno, festejamos el cumpleaños de Juan el Bautista.
El Evangelio de Lucas nos habla de este acontecimiento. Nos relata como su padre, Zacarías, que era sacerdote, estando en el templo recibe el anuncio del arcángel Gabriel.
Tanto él, como su esposa eran avanzados de edad, por lo que les sorprende la buena nueva del Ángel.
En esta anunciación, se revela que el que ha de nacer “preparará el camino para Cristo”.
La preparación del camino, en el interior del alma del ser humano, es el camino que nos habla el profeta Isaías: “voz que clama en el desierto, preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”.
Juan vivía en una cueva en el desierto de la región del Jordán, para predicar el camino de la transformación, “Metanoia” en griego, esto es, cambio en el modo de pensar y de ver el
mundo. Sucedió que un día vino Jesús y se dejó bautizar por Juan en el Jordán. De los cielos, bajaba una paloma, oyéndose la voz:” Tú eres mi hijo bien amado, en ti me he revelado”.
Su vida estaba entregada al servicio de la luz, según nos muestra el evangelio: “Este vino para dar testimonio para que atestiguara de la luz, para que todos creyeran por él. No era el la luz, sino que debía dar testimonio de la luz.”
Se vincula la figura de Juan con la luz, pleno verano en hemisferio norte, y en nuestro frío invierno sureño, y con el elemento fuego. Esta imagen aparece en los evangelios: “Él debe crecer y yo menguar”. A partir del solsticio de invierno, la luz comienza a crecer día tras día, hasta encontrar su punto máximo en el solsticio de verano (Navidad). Este hecho nos muestra la íntima relación entre ambas festividades, dado que el nacimiento de Jesús se celebra seis meses más tarde, el 24 de diciembre.
Si pensamos en el elemento fuego, nos damos cuenta que lo que entra en contacto con él, sufre una transformación. Durante la fiesta se realizan fogatas y uno se prepara interiormente para quemar, mediante el fuego interior, todo aquello que ha de morir, todo aquello que impide la transformación y nos cierra a recibir algo nuevo. Esta es la
imagen contenida en el ave Fénix: el renacer de un ave maravillosa de las cenizas.
Es una fiesta de la soledad interior, como imagen del desierto en el que Juan predicaba, de la soledad del hombre que se busca a sí mismo, con coraje de sostenerse y así acoger las fuerzas de Cristo en su interior, que son las fuerzas de transformación y redención.
Entonces la fiesta de Juan tiene que ver con este predicar solo en el desierto y hacerlo con mucha fuerza, y de ver que ya ha llegado la hora en que el hombre se tiene que encontrar a sí mismo, de levantarse y erguirse y tener la resolución de transformarse, de la autoconciencia.
Nosotros como padres y educadores, tenemos la responsabilidad de la conducción
espiritual de nuestros hijos, debemos meditar sobre estas ideas. Celebramos la fiesta de Juan en invierno, nuestro invierno despejado y de atmósfera translucida, que permite que la luz del sol brille en forma especialmente clara y única en el año. A su vez, el frío y los
árboles despojados de su follaje invitan a recluirnos y buscar la luz y el calor interior, en nuestro corazón, así cantamos con los niños: “Arriban brillan estrellas, adentro la luz dorada de mi corazón…”
“Días cortos de invierno, sol recorre corto alto en el firmamento zarco,
Tarde se levanta, temprano se acuesta, No tiene ánimo de fiesta,
Noches largas de invierno, luna con señales bellas,
Vas llamando a las estrellas,
Que con lumínico derroche
Alumbran las más largas noches…”
Jardín Waldorf Monteluz.
2020

La actual situación sanitaria y social en todo el mundo lo deja claro: la humanidad se encuentra en un umbral. Muchas personas han perdido, junto a sus ocupaciones diarias, el sentido y las tareas que orientaban sus vidas, otros han perdido de repente su medio de sustento. Al principio, muchas personas con puesto de trabajo fijo, se alegraron de poder trabajar desde casa y pasar más tiempo con su familia, sin embargo, pronto surgieron las ganas de retomar la rutina y poder salir de casa. Los niños lleva semanas encerrados, con restricciones de su actividad física y social. Los ancianos están muy solos, a causa del distanciamiento social y la prohibición de salir a los mayores de 75 años, y pérdida de las redes de apoyo, que les proporcionaba el vínculo con los otros.
En su lugar se instauró el miedo,las aprehensiones a perder lo que sustenta la vida, el miedo a las pérdidas económicas, el miedo al contagio, a la muerte, miedo al futuro.
Después de Pascua de Resurrección, vivimos la época de Ascensión. El Cristo resucitado crece más allá de la capacidad de sus discípulos de poder percibirlos. En ellos hay un sentimiento de pérdida, de abandono.
Ese sentimiento es vivenciado por muchas personas en esta época de pandemia, de sentirse desamparados, todo lo que era seguro y firme ya no lo es. Pero Cristo no se aleja completamente de la Tierra, sino que al ser alzado a los cielos, bendice a aquellos a su alrededor, uniendo su Ser con el cielo, la Tierra y los seres humanos.
Durante los cuarenta días siguientes, los discípulos se siguen reuniendo. Cristo se les aparece, los acompaña, se manifiesta repitiendo sus enseñanzas. Esta cuarentena es un período de reflexión, similar a lo que vivenciamos nosotros ahora, de estar reunidos, en el núcleo de la familia, en introspección.
Al cabo de esta cuarentena, Cristo “ fué alzado por una nube que lo ocultó de sus ojos”. Esto ocurre estando los discípulos ya reunidos. Ahora ya no lo pueden percibir en su conciencia humana y esto los lleva a una vivencia de profunda pérdida y soledad.
En este momento sentimos que hemos perdido nuestra rutina, nuestras actividades habituales y por sobre todo, tenemos una dolorosa pérdida de nuestras libertades a causa del virus.
Asención se festeja cuarenta días después de Resurreción y 10 días después , se celebra Pentecostés. Al color rojo de Pascua se agrega el dorado. Se festeja en otoño, la naturaleza se llena de colores dorados y rojos. Los árboles pierden sus hojas y con ellas se cubre la Tierra. Se pueden juntar hojas con los niños hojas en forma de estrellas( liquidámbar, por ejemplo), las nubes es una imagen de la Ascención, las nubes en otoño son realmente bellas en sus formas y colores.
Pentecostés quiere decir “día 50”. Corresponde a la fiesta judía de Shevuot, que recuerda el final de la séptima semana después de la salida de Egipto, día en que la humanidad recibió, por medio del pueblo de Israel, le ley divina del monte Sinaí., dejando atrás la esclavitud y emprendiendo el camino a la libertad e individualismo. Poco a poco, esta ley es cambiada a un nuevo mandamiento, el mandamiento que Cristo trajo a la Tierra, el mandamiento del amor, del amor divino entre los seres humanos.
Ese día, los apóstoles se hallaban reunidos en sus mentes y sus corazones, y vino el regalo de la inspiración del Espíritu Santo, siendo iluminados por el conocimiento, Cristo se ha unido con todos y con cada uno de nosotros del modo más profundo posible; El no ha desaparecido, El está aquí. Así ellos salieron y proclamaron su experiencia.
Así, Pentecostés, es por lo tanto, una fiesta de comunidad cristiana. Cada ser humano que ha sido tocado por el ser de Cristo , buscará a sus hermanos para compartir con ellos la experiencia del Cristo.
La aves blancas simbolizan el Espíritu, crear palomitas de vellón o papel en un móvil en una bella experiencia de Pentecostés, lo mismo que galletas en forma de palomas para compartir en familia ese día. También se puede encender una vela por otros, mencionando el nombre de la persona a quien queremos dirigir nuestros pensamientos, puede ser un enfermo, al abuelito al que los niños no han podido ver.
Pentecostés es una fiesta del futuro, en que los seres humanos se encuentren en comunidad, en comunión con el prójimo.
Si lo vinculamos con la situación actual, vemos que ésta es la solución para el virus, recordar que existen los otros,cuidarnos para cuidar a otros, a los mayores, a los que tienen una enfermedad.
También la crisis económica que esto acarrea, vemos como movimientos sociales se organizan para ir en ayuda de los que más necesitan, canastas familiares, ollas comunes, etc.
Y finalmente, a perder el miedo, a religarnos con el mundo espiritual, siempre presente. Cristo nos lo dice, “ Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”
Aquellos que han experimentado su grandeza, querrán hacer todo lo que esté a su alcance para sembrar en el corazón de los niños una semilla de comprensión del enorme significado de estos eventos.
“ Para que pueda ser yo, he de salir de mi
buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia”
Jacqueline Celis
Jardín Waldorf Monteluz
Pentecostés 2020

Navidad viene de una palabra latina que significa nacimiento. El tiempo de solsticio de invierno o verano (según el hemisferio) que el cristianismo tomó para celebrar los días de Navidad, tenía gran importancia en muchas religiones precristianas. En dicha época se celebraba la victoria de la luz sobre la oscuridad, por ejemplo en las religiones egipcias, judías, celtas, romanas. Fue sólo en el siglo IV, que comenzó a celebrarse el 25 de diciembre. Hasta entonces, el día de celebración más importante era el 6 de enero, el día del bautizo de Jesús en el Jordán, el día del verdadero nacimiento del Cristo en la tierra.
En Navidad celebramos la venida de Jesús a la tierra. El introduce una época de cambio en la humanidad, trayendo un nuevo pacto entre Dios y los hombres, promesas de amor y salvación.
La forma occidental de la celebración que viene imponiéndose es como una fiesta de cumpleaños. Hay regalos, torta, velas, comidas, música. Así, toda la preparación comercial del último minuto nos puede engañar y hacernos todavía creer que estamos celebrando este año sólo otro cumpleaños de Jesús. Si dejamos que la cultura exterior defina nuestra celebración, todo se acaba en una sola noche, después de abrir los regalos, soplar las velas y comer demasiado y sonreír a los disfrazados de viejos pascueros en la calle o la televisión. Al día siguiente, queda limpiar y guardar todo hasta el próximo año, pero queda en muchas almas un tremendo vacio, acompañado de un sabor medio amargo de la fiesta.
Sin embargo, no tenemos que dejar que la fiesta cristiana del nacer termine así. Este año, podemos hacer algo diferente, con un poco de esfuerzo podemos recobrar su sentido más entrañable, más delicioso y alegre que cualquier regalo comprado, cualquier cena de medianoche o cualquier viejo pascuero que nos haga sonreír.
Se trata de ampliar un poco la conciencia, invitándonos a reflexionar. El desafío es grande.
¿Cómo prepararnos para celebrar la Navidad y acoger la luz en nuestro interior?
La preparación de la Navidad tiene relación con la espera, con la experiencia vivida del tiempo que falta para que se produzca el nacimiento, periodo llamado Adviento, en latín, advenire, que significa “por llegar”. En tiempos anteriores era tiempo de preparación y ayuno, puede ser para nosotros adultos, tiempo de disciplina y ejercitación interior. La calma y la quietud, requisito de todo “llegar a ser” interior, está bajo ataque por todas partes hoy en día, pero especialmente durante el Adviento. Hoy día puede lograrse únicamente a través del esfuerzo consciente.
Existen muchas costumbres y sugerencias para la celebración del Adviento, cada uno puede escoger y adaptar a cada situación particular, por ejemplo, empezar a cocinar galletitas de Navidad con los niños, la casa va tomando olor a fiesta…preparar la corona de Adviento con ramas de pino, en la que se insertan 4 velas rojas. El primer domingo, se enciende al atardecer la primera vela, que se vuelve a encender, si es posible, toda la primera semana ,cantar villancicos o contar un cuento navideño, compartir algo rico y a acompañar a los niños a dormir, el segundo domingo se encienden dos velas, el tercero tres y el cuarto las cuatro. Lo más importante, es llegar a crear un ambiente justo, un espacio interior calmado y alegre. Sólo diez minutos bastan, el niño experimentará, en el encender sucesivo de las velas, la creciente luz que lo acerca a la navidad.
El preparar el pesebre, junto a María, José y el Angel, podemos incorporar los reinos de la naturaleza durante estas cuatro semanas: el primer domingo, ponemos piedras de distinto tamaño, los niños pueden traer distintos tesoros; el segundo domingo, el reino vegeta l: flores, musgos, pequeñas rosas; el tercer domingo el reino animal, aquí pueden llegar los ratoncitos, el gallo, las ovejas; el cuarto domingo, aparecen los pastores en el pesebre, que es el reino espiritual.
Con respecto a los regalos, los padres habrán de decidir si es el viejo pascuero o es el mismo niño Jesús quien los trae. No es aconsejable, que estos personajes aparezcan en persona, el trasfondo reside en el hecho que el amor, el cual debe acompañar cualquier regalo, es, al fin, un reflejo del ser del amor, que nace de lo divino y asegura nuestro lazo íntimo con Dios. Un regalo se convierte en autentico obsequio cuando hace brotar alegría, calor y amor en quien lo recibe. Esta época es una maravillosa oportunidad de introducir a los niños en la preparación cuidadosa y amorosa de los regalos, es cierta y verdadera la explicación que aquellos que traen los regalos necesitan de muchos ayudantes humanos!
El contenido de esta fiesta cristiana depende de los padres, de su imaginación y actitud interior, y aunque los niños pequeños no comprendan su verdadera importancia, lo podrán sentir en nuestro actuar, nuestra disposición anímica. Así, puede cada uno hacer revivir en el interior de cada familia, el verdadero sentido de la Navidad.
“ En el ojo del alma se espeja la luz de la esperanza del mundo,
La sabiduría entregada al corazón del hombre habla:
El amor eterno del padre
Envía al hijo a la tierra
El sendero del hombre
Pleno de gracia dona
La claridad celestial.
Divina manifestación en las alturas espirituales
Paz, paz, siempre más y más.
A todas las almas humanas
Sobre la tierra
Que tienen buena voluntad.”
Rudolf Steiner.
Feliz Navidad ¡¡